Por María Ducos

Si descubrimos eso que nos hace felices, que brinda un servicio de calidad y que embellece un poco más el mundo, entonces la única contraseña correcta es trabajar para hacerlo realidad. Agus de @hummusdeco se capacitó y dejó que muchos le enseñaran para sacar adelante uno de sus pendientes en la vida.

Cuando se juntan las ganas de emprender con la vocación y el talento, nada puede salir mal. A Agustina Roca le sobre buen gusto, perseverancia para aprender y habilidad para las manualidades y la costura, y con un empujón de su suegra se lanzó con @hummusdeco, una cuenta de decoración con productos para todos los espacios de la casa. 

Ana, su suegra, fue el grán puntapié de esta historia. Con más de 30 años haciendo cortinas y fundas, no sólo le enseñó a coser, sino que también le regaló la máquina de su mamá, un gesto enorme que confirmaba el rumbo. A partir de ese momento, empezó a practicar y practicar. Sus primeros diseños textiles, siempre con el gran ojo de Ana detrás, los volcó en almohadones, repasadores, servilletas, manteles, cortinas y mantas.


Y como la técnica y la constancia hacen al maestro, Agus fue ganando confianza, y Ana vio en ella la persona ideal para empezar a delegar. Absorber información sobre medidas, géneros y presupuestos fue el siguiente paso necesario para meterse de lleno en el negocio que poco a poco su suegra le iba encomendando.

El plus propio

Más tarde, un curso de serigrafía fue la puerta de entrada para la búsqueda y encuentro de ese valor agregado que marcaría la diferencia de sus productos. Ahora la estampa hace que su catálogo sea mucho más jugoso, personalizado y distinto.

Y con la compra de los primeros géneros, Agus empezó a jugar con los diseños. Sacar fotos y animarse a mostrar fue el inicio de lo que hoy es @hummusdeco. Por supuesto que al principio implicó tener un poco la casa patas para arriba, la máquina de coser en medio del comedor y las telas invadiendo sillas y sillones. Pero nada de eso importó. Mientras una estantería en medio del living desbordaba de almohadones, lonas, cortinas y manteles, Agus fue dando sus primeros pasos como feliz emprendedora.



Entre viajes al colegio, el ajetreo de la oficina del negocio familiar y con tres hijos de diez, cuatro y dos años, se las arregla para estampar una cortina de baño o para pintar un mantel a juego con sus servilletas. Hace poco aprovechó que hacía obra en su casa y el cuarto que originalmente iba a ser para Rafa, su hijo más chiquito, terminó siendo su taller y su lugar en la casa. Una inversión a futuro.

Un valioso cambio de timón 

Coser, tomar medidas, entregar fundas o colocar cortinas, sumado a la demanda de los clientes y las redes sociales es el camino por el que aspira a conquistar más y más metas. Y el feedback con su gente vale cada malabarismo de su vida. Porque la certeza de estar haciendo lo que nos gusta y nos sale bien no tiene precio.

Cómo no agradecerle a su suegra que le enseñó todo; a su marido que la acompaña a comprar telas, a colocar cortinas, que se banca los horarios locos y además hace las veces de contador y asesor. Cómo no agradecerle a su gente que la alienta y la apoya para seguir. A todos ellos, un gracias infinito, hay Hummus para rato.

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