Por María Ducos

En el living de su casa y con el pedido de un hijo de tres años que quería cocinar fue que tomó vuelo este emprendimiento que busca fomentar un juego sin presiones de estereotipos y lleno de espontaneidad.

Nada nos enriquece más que dejar los prejuicios en el hall de entrada si queremos adentrarnos hacia el camino de una infancia feliz. Como madre de Vicente y de Helena, Rocío se topó con ese chispazo de creatividad allá por 2014. Fue cuando su hijo de tres años le pedía jugar a cocinar. Buscó y buscó una cocinita que no fuera pensada en exclusividad para niñas, que sea decorativamente estética, y que, por supuesto, no tenga pilas ni enchufes, algo novedoso por ese entonces. Como no la encontró, decidió crearla ella misma. 

Tanto se enamoró del resultado que vendió su colección de toda una vida de papeles de carta y encargó dos cocinitas más. A partir de ahí, todo escaló. Se hizo una página de Facebook y ese proyecto que empezó tan caseramente se transformó en un trabajo a tiempo completo con nombre y apellido: @wonderplaytoys.

Ideas inagotables, juguetes originales

Cocinitas, heladeras, parrillas, cunas, placards. La línea Wonder tiene más de 40 juguetes para todos los gustos. Las ideas prenden gracias a la imaginación de alguno de sus hijos o de ella misma. Trabaja con talleres exclusivos y también con artesanos a medida para la confección de los accesorios o cosas más chiquitas. Pero el proceso no termina ahí. También la instancia de laqueado y pintura dan el toque final al mueble. 

“Cuando arranqué con Wonder mi premisa más importante fue hacer juguetes libres de prejuicios. Realmente en ese entonces no existía este discurso y me siento muy feliz de haber podido instalar estos temas”, nos relata Rocío. Que puedan ser también objetos de decoración y que no lleven ni pilas ni enchufes, sus dos premisas fundamentales, formaron el engranaje de éxito que la posicionó tan bien en poco tiempo. “El único botón que debe encenderse es el de la imaginación”.

Más allá del negocio

El gran objetivo es que los clientes se sientan parte de una comunidad y que los chicos puedan crecer con un juego alejado de los clásicos estereotipos. La imaginación puede hacer maravillas si sabemos estimularla. Y de eso habla cada una de las piezas de este gran proyecto que tiene a la creatividad y a la exploración como pilares supremos para descubrir talentos, intereses e inquietudes.

Todo lo que se da vuelve. De eso puede dar fe Rocío mirando a su comunidad, siempre activa y entusiasta con todas sus propuestas. El apoyo, los consejos, el ida y vuelta con tantos del otro lado hace que su cuenta se convierta en un espacio de empatía y mucho disfrute.

Y como olvidar el trabajo del día a día. Rodeada de un equipo maravilloso, entre las redes, la reposición de insumos para no frenar la producción y el showroom con sus mil detalles, las horas del día a veces parecen no alcanzar. Pero sabe que todo es posible con el sostén de su familia, de su gran amiga Luciana Goldstein de Ponchi Ponchi Comiditas, de Sofía Smolar del equipo de Facebook, que llevó su premisa a la plenitud y de todos los que estuvieron y siguen estando para hacer rodar este fantástico mundo para los más chiquitos.

IG: @wonderplaytoys