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Con un taller en Ciudad Oculta y en otras comunidades de la Argentina y el exterior, la Fundación de fotografía PH15, logra retratar imágenes que nos confrontan con un mundo que no es sólo el de las adversidades, sino también el de los sueños, las alegrías y el amor.

El año pasado un grupo de diez chicos conoció el mar por primera vez. La emoción de las gotas frías en la piel, de la inmensidad del océano frente a sus ojos, fue absolutamente inolvidable para cada uno de ellos. La travesía tuvo como artífice a Roxana, dueña del Viejo Hotel Ostende, ubicado en la localidad costera cuyo nombre celebra el propio hotel. La idea era que a cambio de hospedaje y comida, los niños retrataran con sus cámaras fotográficas las maravillas de la playa. De eso, surgió una exposición que estuvo colgada en el Viejo Hotel todo el verano.

Fundación PH 15, fue el motor de esta aventura (y de muchas otras). Se trata de una organización social que realiza talleres de fotografías para chicos, y no tan chicos, en situación de vulnerabilidad.  Su “aula magna” se encuentra en un centro comunitario de la Villa 15 en Lugano, más conocida como Ciudad Oculta.

Nacida en el año 2000, cuando todavía se usaba máquina con rollo, PH logró desmitificar la idea de que sus alumnos sólo viven en miseria, tristeza y pobreza. Al contrario, la intención y la misión de estos maestros de la fotografía, es mostrar como los niños se divierten y pueden ser felices, incluso en ambientes hostiles. “Todo empezó como un taller chiquitito. Un grupo de amigos, en plena crisis quisimos hacer algo, ayudar desde donde podíamos”, contó Moira Rubio Brennan, una de sus fundadoras. Los talleres fueron creciendo con una enseñanza particular: al revés de las escuelas de fotografía tradicionales, PH empieza a enseñar por el final. Es decir, no hay consignas. Primero es todo puramente expresivo, los alumnos sacan fotos y la técnica se aprende después. Cada chico tiene su propia cámara fotográfica que utiliza libremente durante la semana. El sábado, analizan las imágenes junto a los talleristas, allí, donde la palabra de todos vale lo mismo. Con la lente de la cámara, logran crear mundos mágicos, donde desnaturalizan lo que los rodea y le abren la puerta a miradas más inocentes

Hoy, 15 años después de aquella  crisis argentina que dio comienzo a esta historia, la fundación celebra su fiesta de 15, con la presencia de talleres en 45 localidades del país y en el exterior. Pero lo hace además, con un recorrido magnífico de más de 200 fotos expuestas en el Palais de Glace, donde muestra lo más hermoso de su línea de tiempo. Vale la pena visitar esta muestra y recorrer los salones que revelan su arte como motor de cambio social. Se puede empezar por la sección dedicada a los clásicos y seguir el recorrido por la sala de fiesta (por qué es una verdadera celebración). Unos pasos más allá, está la exposición del mar e ilustraciones de artistas inspiradas en las fotos de los chicos. Allí podrán ver fotografías mágicas de primaveras felices,  campos de sandias, chapuzones en lagunas y saltos en colchones, playas frías y colores en una inundación.  Se puede visitar hasta el 20 de septiembre y la entrada es libre y gratuita.

Hoy, con 1800 alumnos, PH, es una de las escuelas de fotografía más grande del país. Pasan los años y esos mismos niños se convierten en talleristas y en voluntarios de la organización. Mientras tanto, desde el otro lado de la imagen, quienes las observan también pueden ayudar donando cámaras digitales, realizando trabajo voluntario, o adquiriendo el nuevo libro que están armando, de tapa dura y bien pituco, donde plasman el camino recorrido hasta ahora.

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