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Mechi Lozada es argentina y vive en Francia. Su marido jugó rugby profesional y por eso anduvieron juntos de acá para allá, por distintos países de Europa. Un poco para matar el tiempo y otro poco para mostrar qué onda por allá, Mechi se abrió un blog y, un tiempo después, se metió en Instagram, donde hoy tiene casi treinta mil seguidores.

Texto: Juan Pablo Pizarro — Fotos: Eduardo Aguirre

 

!Ay, perdón por la demora. Estaba en un almuerzo de instagrameras y se alargó más de lo previsto. Perdón, perdón”. Mechi me habla a cien por hora y le digo que todo bien, que nadie se muere por esperar diez minutos.

¿Un almuerzo de instagrameras? Con el mismo acelere, me pide que la siga con el auto, se sube de vuelta al suyo y me deja con la pregunta atragantada. Avanzamos por la calle principal del barrio San Francisco, un par de vueltas y estamos. El lote está pelado, pero tiene una vista increíble a la laguna. Mechi acaricia una rama del único arbolito que hoy tiene su terreno: “Todavía no tenemos planes de pegar la vuelta, pero cada vez que visitamos la Argentina con mi marido y mis hijos, nos venimos a verlo y es imposible no imaginarnos viviendo acá”.

¿Un almuerzo de instagrameras? Cuando ya estamos apostados sobre la barranca que da al espejo de agua y estoy listo para sacarme la duda, Edu -el fotógrafo- se me acerca y me dice que mejor vayamos al muelle de la casa de al lado, por las fotos. A Mechi le parece bárbaro y a la vecina también. Otra vez la pregunta atorada en el buche mientras damos la vuelta, atravesamos el jardín y llegamos hasta el muelle.

¿Un almuerzo de instagrameras? Mechi se sienta , se ata el pelo y se ríe fuerte: “Aprovechando que vine de visita, junto con Mars Recondo (bloguera creadora de www.penelopehome.blogspot.com), me pareció buena idea convocar a otras instagrameras y compartir un almuerzo. Entre las quince que estuvimos hoy sumamos quinientos mil seguidores y tres millones de likes. Además de poder conocernos personalmente, comimos rico y nos reímos un rato”.

Un mix que tiene de todo
#SoyUnMix arrancó en el año 2011. Mechi inauguró el blog casi como una manera de matar el tiempo mientras se guardaba en su casa para hacerle frente al duro clima de Escocia, destino que le tocó porque su marido, rugbier profesional, fichó para un club de la Liga Celta. “Hacía un frío de locos, así que tenía que buscarme cosas para hacer adentro de la casa. Me copan las manualidades y no paro nunca. El blog fue la manera que encontré para empezar a contar en algún lado un montón de cosas sobre el estilo de vida femenino. Meto tutoriales, consejos útiles, recetas, decoración, viajes, de todo. Después empecé a sumar historias personales, como una especie de crónica en capítulos de lo que vivo y siento allá lejos, donde hoy me toca estar”.

Mientras yo inauguro la picada entrándole a unos salamines que me miran provocadores desde la tabla, Edu saca fotos, pero también aprovecha para meter un bocado que no estaba en el guión: “¿Qué sentís cuando contás historias personales y te exponés de esa manera?”. La mejor pregunta de la tarde y no la dije yo. Increíble. “Disfruto un montón escribiendo cosas de mi día a día porque dan pie a un espacio de vínculo emocional muy difícil de describir. Hace unos meses conté sobre un problema de salud que tuvo mi hijo menor y el feedback fue desbordante: cientos de mails contándome experiencias diez veces más duras que la mía. En este ida y vuelta me doy cuenta de que #SoyUnMix me convirtió en una especie de consejera y asumo esa responsabilidad”.

Trabajar de un hobby
Dos años después de ponerse el blog, Mechi se abrió una cuenta en Instagram. Fue pionera, porque en esa época la red social no tenía el movimiento que tiene hoy. “Por suerte, había hecho un par de cursos de fotografía, me fui perfeccionando y mis fotos ya no eran como las que subí al blog en el primer año. De a poco fui sumando seguidores en Instagram, la mayoría mujeres, que se copan con lo que muestro. Se armó una linda comunidad”.

Esa comunidad fue justamente lo que atrajo a las marcas, que vieron en aquel espacio, una chance de mostrarse de una manera distinta. “Entre una amiga y mi marido me convencieron para lanzarme como bloguera profesional. Trabajar desde casa en lo que me gusta, manejar mis horarios y estar prácticamente full time para mi familia no tiene precio. Me voy acomodando: ‘posteo’ un poco a la mañana temprano y otro poco a la noche; también los fines de semana”.

“¿Qué significa un comentario a un ‘posteo’ en la vida de Mechi Lozada?”. La pregunta me sale sola, casi sin pensarla. Edu no deja de disparar su cámara, pero me mira de reojo y me sonríe de costado, como diciendo que la pregunta no estuvo mal. “Los comentarios son un mimo, la mejor demostración de que gusta lo que hago. Sé que muchas veces la gente no tiene tiempo para sentarse y escribir. Por eso, cuando aparece uno, me pongo feliz. Lo mismo con cada like”.

La charla con Mechi no puede más de interesante, pero, entre el calor y los saladitos de la picada, la boca empieza a pedir líquido desesperadamente. El tema es que las bebidas mueren de risa desde la heladerita llena de hielo porque nos olvidamos los vasos. La dueña de casa, desde lejos, adivina la situación y nos trae un par de copas que agradecemos casi con veneración. La gaseosa helada fue el cierre ideal para un encuentro de casi dos horas al borde de la laguna mezclando fotos, picada, anécdotas y carcajadas. Alto mix.

>>Mechi Dixit<<

Autocensura pero hasta ahí
“Soy bastante malhablada y trato de evitarlo, pero hay veces que esa mala palabra calza justo y la dejo. Me pasa también de dudar si publicar algo o no por ser un tema medio polémico o demasiado personal. La forma de decidirme es pensar ‘esto lo va a leer mi viejo’. Te digo que a veces me ayuda”.

Segunda línea de lujo
“Mi marido se banca a full que viva la vida en formato Instagram, porque sabe que es laburo. Se banca la exposición que supone contar experiencias personales y se banca, por ejemplo, que cuando estamos paseando por la calle, frene veinte veces para sacarles fotos a las puertas que me gustan. Las puertas son mi debilidad”.

En la pantalla y en la calle
“Yo vivo en el exterior, pero la mayoría de mis seguidoras son argentinas. Puedo no conocerlas en vivo, pero las considero amigas virtuales. Puedo imaginarlas del otro lado como si estuviéramos en el mismo living. Y en esta visita a mi país me pasó algo muy loco: ¡me reconocieron por la calle! No una, ¡dos veces! Lo que me cargaron las chicas con las que estaba ese día ni te imaginás”.

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