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Texto: Lucía Oliverio – @luchi.oliverio – www.luciaoliverio.com 

Más allá de trasladarse de un lugar a otro, viajar significa alejarse de la rutina, del estrés, de las obligaciones de cada día… Nos permite escapar y mudarnos a una vida diferente por un rato. Alejarnos de lo que somos y confirmarlo a la vez. Es conocer otros mundos, personas y formas de existir. Nunca había sido tan necesario poder viajar, ni tan difícil. A otro país o a otro lugar de una misma provincia. Lejos o cerca. Hoy movernos cuesta muchísimo y lo extrañamos más que nunca. En esta nota, hablamos con expertos en turismo que nos cuentan qué significado profundo tiene para ellos la posibilidad de viajar, qué está pasando en el sector, qué les piden hoy sus clientes. Y qué extrañan ellos mismos de su propia actividad. Porque poder viajar es un regalo de la vida que hoy se vuelve lujo porque la vida cambió. 

No importan el presupuesto, las circunstancias o el tipo de viaje, nada nos enriquece más que salir de nuestro metro cuadrado. Decía Dalai Lama “una vez al año ve a algún lugar en el que nunca hayas estado antes”. Porque viajar no se trata de conocer paisajes nuevos sino de encontrarnos con cosas que nos permitan cambiar la mirada.

Asociamos viajar el encuentro, a la desconexión y a los cambios de rutina. Es una forma de transformar momentos en recuerdos que nos van a acompañar siempre. Por eso después de estos meses pesadísimos, más se nos hace necesaria la posibilidad de irnos a cualquier lugar. Playa lejana o campo acá cerca. Montaña nacional o museo europeo. Los gustos y bolsillos no distinguen el sabor de estar fuera de casa y esos recuerdos construidos para siempre que nos deja cualquier viaje.

A los amantes del turismo esta pandemia les está jugando una mala pasada larguísima, porque del lento freeze no se sale rápido. Aunque se restituyan ciertos vuelos, cuesta confirmar hoteles, paquetes y traslados internos. E incluso para escapadas cortas o viajes de cabotaje, la espectacular argentinidad que nos sorprende todos los días hace que temblemos antes de organizarnos incluso hasta para cargar el auto y emprender una escapada en ruta. 

La vida cambió, los viajes también

El turismo es uno de los sectores económicos más importantes del mundo. Da empleo a una de cada diez personas en la Tierra y proporciona sustento a cientos de millones más. Fue la primera actividad en frenarse a partir de la pandemia y la última que podrá reanundarse al 100%. Los viajes internacionales, claramente, fueron los que se paralizaron al inicio y desde el año pasado tímidamente volvieron a operar. Pero el panorama sigue siendo muy incierto para agencias, trabajadores del sector y turistas con ganas de viajar.

Las voces de la experiencia

“Lo que más me gusta de mi trabajo es charlar con clientes, armar el viaje de sus sueños y quizás sugerirles destinos que no estaban en sus planes. Escucharlos para mí es muy importante”, nos cuenta Luciana Peredo. Se define como diseñadora de viajes y desarrolla este oficio hace 28 años. Trabaja con clientes exigentes que, además de soluciones, buscan vivir experiencias que los sorprendan. Para ella un viaje es mucho más que eso: “es una gran forma de crecimiento personal, de conexión, de apertura”.

Desde que se detuvo la actividad turística, el rol del agente de viajes cobró una importancia renovadísima. Siempre fue un valor agregado enorme a la hora de organizarse. Sobre todo para ciertos perfiles de turistas que buscan experiencias integrales por sobre resolver traslados. Pero en plena pandemia, la función del agente se vio mucho más valorada por su capacidad de dar tranquilidad y gestionar cambios. “El último año se fortaleció más el vínculo con mis clientes al haber tantos factores externos que hicieran que nada fluyera como en otros viajes. Hubo mucha más comunicación. Con la pandemia se valoraron nuestras herramientas tanto para resolver problemas como cambiar pasajes o traer personas que estaban varadas en algún lugar”.

Loli Marino coincide, aunque se dedique exactamente a lo contrario: a recibir viajeros. Ella fundó hace 20 años la agencia Oriunda Travel Designers y hoy vive la misma parálisis que el resto del sector. Junto a su equipo, se encarga de diseñar viajes de excelencia personalizados en la Argentina, Chile y Uruguay, y trabajan con clientes de alta gama que buscan conocer lugares pero también vivir experiencias únicas como circuitos de arte urbano, enoturismo o escapadas a entornos naturales exclusivos.

“Para mí un viaje siempre es crecimiento personal. Nos abre la cabeza, nos conecta con otras culturas, nos vuelve más receptivos y tolerantes, y nos regala momentos de felicidad”, afirma. “Siempre escuchamos frases como “hay que vivir el presente, la cabeza acá y ahora” y con los viajes se manifiesta un proceso bastante extraño. Generalmente la intensidad de la experiencia se va asentando una vez vivida, porque viajes y las experiencias toman relevancia en nuestra mente con el paso del tiempo. Uno vive los viajes una vez, pero en su mente lo revive miles de veces”. Y a la vez, los viajes se viven desde que uno empieza a planificarlos. En la previa comienza el encanto. De ahí que sean situaciones que nos enriquecen de una manera única.

Según Loli, es muy difícil trabajar en una de las industrias más golpeadas, porque el problema no es solo la pandemia global sino el contexto complejo que está atravesando nuestro país. Es no saber cuándo se van a abrir las fronteras, ni los planes, ni el regreso a la “vida normal”.  Pero a la vez, el desafío es calibrar las ansiedades y las ganas que tienen los turistas de países que ya están llevando mucho mejor la pandemia gracias a medidas efectivas o al avance de la vacunación en sus propios países. ¿Cómo explicar en Estados Unidos -su mercado principal- que no sabemos qué sucederá en primavera cuando allá todos están viajando normalmente?

Por eso, desde que no hay turismo extranjero por la pandemia, muchos lugares se han volcado al público local. “Pasamos de tener mucha adrenalina a estar en un mercado internacional totalmente paralizado. Pero surgieron más clientes del mercado nacional. Tenemos un país maravilloso y lo estamos descubriendo mejor”. Y agrega “a partir de la pandemia el trabajo de una agencia de viajes se revalorizó. En este contexto viajar con tranquilidad es fundamental. Y es muy importante saber que, si surge algún inconveniente antes de viajar o durante el viaje, va a haber alguien que te lo va a resolver”.


Buscarle la vuelta y seguir adelante

Todos los rubros tuvieron que reinventarse. ¿Cómo lo hizo el turismo personalizado? Una de las apuestas de Oriunda fue apoyarse en su red de colaboradores y voces expertas. “Sabíamos que el turismo internacional no iba a regresar. Por eso decidimos mostrar los principales destinos a través de las miradas de nuestros guías, chef reconocidos, artistas y celebridades de primerísimo nivel de nuestro país, como Juan Carlos Pallarols, Patricio Draghi, Aldo Sessa, Gachi Prieto, Francis Mallmann, Martin Churba, Paloma Herrera”. Así lograron sostener y estar muy cerca del equipo y de colaboradores externos que son parte fundamental del ADN de la agencia. 

Luciana se dedicó a perfeccionar recursos distintos, muy vinculados a intereses personales que ella tenía. Amplió sus capacidades para aplicarlas al oficio. “Más que reinventarme, diría que me reenfoqué. Me capacité en cultura del servicio y empecé a estudiar más sobre el mundo de la aromaterapia para seguir llevando soluciones naturales a los viajes”. Algo que ya era parte de su vida se volvió parte de las vidas de sus clientes. Antes de la pandemia los mimaba con botellitas de aceites esenciales para combatir el jet lag, por ejemplo. Y organizaba retiros de yoga para amantes de la meditación, como ella. Hoy sabe mucho más de este mundo y está lista para seguir incluyendo detalles de valor al servicio que tanto valoran.

Y ¿qué dicen los clientes? Ambas coinciden. Están ansiosos por la reapertura del mundo. Extrañan la sensación de libertad que nos da conocer nuevos lugares. El espíritu está intacto: todos desean volver a viajar pronto.


Si hasta ahora no te animaste a subirte a un avión o a irte de vacaciones unos días a algún lugar cercano, tenés que saber que a muchas otras personas les ocurre lo mismo. Según la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas (OMT), el movimiento turístico cayó un 74% en 2020 con respecto a los datos de 2019.

Tendencia en ascenso

Como en muchos otros rubros, el turismo está viendo cómo recuperarse. Pero además sabe que tiene una deuda ambiental. Ya antes de la explosión del COVID-19, el ecoturismo venía pisando fuerte. Trasladarse y consumir de manera más amigable con el planeta era una tendencia en ascenso. Durante 2020, en plena pandemia, muchas personas optaron por irse de vacaciones dentro de su país. De esa manera, pusieron en práctica una de las formas más sostenibles de viajar, ya que se redujo el número de vuelos y de cruceros.

Hoy los países deben crear una nueva normalidad para el sector turístico. ¿Qué sucederá una vez que se normalice el movimiento internacional? Barbijos, PCR, protocolos y alcohol. Las personas volverán a viajar y las dudas también. Quizás el turismo local que tanto hicimos posible en la pandemia siga en auge. Y sería ambientalmente más que positivo, porque no hay nada más sustentable que moverse poco y apreciar lo cercano. Quizás también nos hayamos acostumbrado a valorar las maravillas de nuestro país. Y quizás también, como decía Dalai Lama, valoremos eso de una vez por año visitar algún lugar desconocido. Cualquier lugar.

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