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Nunca la vuelta a clases fue tan añorada, tan pensada y tan necesaria. Entre protocolos, burbujas y horarios móviles, los chicos volvieron al aula a encontrarse con sus maestros, con sus amigos y con una educación transformada y adaptada al escenario actual. Desafíos, retos y mucha emoción en un comienzo histórico.

Por Lourdes Arrieta

Luego de once meses de espera, un año de educación virtual de por medio y unas ganas inmensurables de compartir clases y juegos con amigos y compañeros, más de 4 millones de alumnos de la Provincia de Buenos Aires volvieron a las aulas adaptadas a la “nueva normalidad”. En muchos casos, volvieron bajo la modalidad “mixta”, donde se alterna la presencialidad con algunas clases remotas. 

En nada se parece este marzo al marzo de años anteriores en los que la lista interminable de útiles y la compra de uniformes parecía una tarea titánica. El olor a tostadas y a café de la mañana, junto con el ajetreo propio de la salida de casa, ahora incluye el recordatorio del uso del tapaboca y del lavado constante de manos durante la estancia en el colegio.

En primera persona

Llegó el día, nervios por mil. Madres y padres notábamos esa falta que tenían nuestros hijos de ver a sus amigos, de compartir, de intercambiar, y por fin volverían a la aulas y a los recreos. Pero también nos preguntábamos cómo sería: ¿se dejará puesto el tapaboca todo el día?, ¿le entenderán cuando hable?, ¿se cumplirán y respetarán los protocolos? Las dudas y la incertidumbre que nos dejó la pandemia nos asaltaban ahora todas juntas. 

Pero si hay algo que sí quedó claro es que la escuela es mucho más que libros y aprendizaje. La escuela es la segunda casa de los chicos y también el lugar de contención para las familias. El vínculo, el afecto, la sociabilización. Había que volver a recuperar todo esto. Y tomando todas las medidas necesarias para cuidarnos, llenamos la mochila de libros y, con sonrisas debajo de los barbijos, nos embarcamos en este nuevo año escolar tan particular

Y después de la pequeña vuelta a fin del año pasado, que nos sirvió para adaptarnos a las burbujas y a los protocolos, quisimos conocer cómo las escuelas y colegios han vivido este cambio. Conversamos con algunos directores para conocer los desafíos que implicó la vuelta a la presencialidad, cuáles han sido sus expectativas y cuáles son sus proyectos e ilusiones. Y esto fue lo que nos dijeron.

Un inicio lleno de emoción

“Mucha alegría”, “entusiasmo”, “ilusión”. Estas son las palabras que más se repitieron al describir el primer día de clases. “El inicio fue maravilloso, muy buena actitud tanto de los docentes como de las familias y de las alumnas. Había un clima de alegría, de reencuentro. Los protocolos nos limitan sí, pero nos vamos acomodando a esta nueva situación”. Así relata Pili Carli, Directora del Colegio Santa Inés, la vuelta al aula. “Volver a ver a los chicos ingresar al colegio y habitar sus ámbitos de trabajo nos devolvió la sonrisa. Todo el personal regresó de forma presencial con las mismas ganas de trabajar y con todos los cuidados establecidos en el protocolo”, agrega Sergio Grimozzi, Director Académico del Colegio Michael Ham

A clases, por turnos

Cuando los padres pensábamos que habíamos hecho todo y más para mantener el ritmo de clases a distancia, este año se redoblaron los desafíos con la dinámica de horarios múltiples y móviles que conviven entre lo presencial y lo virtual. “Nuestra prioridad fue tratar de facilitar lo máximo posible la organización a las familias, por eso dividimos las burbujas por zonas de residencia, para ayudar con los traslados y, por supuesto, los hermanos van al mismo turno”, comenta Alberto Olivero, Director del Colegio Newman, quien asegura que fue un trabajo difícil. Por su parte, Grimozzi agrega que “para todos los que tenemos hijos en edad escolar, esta nueva dinámica reviste mayor complejidad y lo que nos queda es tener mucha paciencia y buscar estrategias para adaptarnos, ya que con el tiempo todo se irá acomodando”.

Rosario Salerno, Directora del nivel primario del Colegio Buen Ayre, explica que para ellos el mayor desafío es aprovechar al máximo el tiempo presencial. “Desde Apdes, la institución a la que pertenece el colegio, se pensó una capacitación para nuestros docentes en la metodología de aula invertida o ´flipped classroom´, que permite  optimizar el tiempo de clases con alumnas en el colegio”. También añade que otra medida que implementaron fue preparar las aulas con cámaras para lograr que las alumnas que están en su casas puedan asistir virtualmente.

Barbijos, una barrera más

Los ojos sonríen y brillan al pasar por la puerta del colegio, sin embargo, el uso del tapabocas, aunque imprescindible, no deja de ser un desafío tanto para alumnos como para docentes y todo el personal. “El barbijo es una traba, y barbijo más máscara, aún más. Hay que elevar la voz y modular más y no es fácil hacerse entender”, señala Pili Carli. Para Sergio Grimozzi, el barbijo también es una barrera que muchas veces “no permite una correcta proyección de la voz y los docentes pueden llegar a sufrirlo mucho”. 

Alberto Olivero enfatiza en que a pesar de que no es cómodo, se trata de un elemento imprescindible para evitar los contagios. Cuenta que en el caso de los más chiquitos, cada maestra grabó un video antes de comenzar las clases, para lograr vencer esta barrera y ser más empáticos.

Protocolos y nuevas reglas 

Todos los colegios de gestión estatal y privada están sujetos a las disposiciones que emanan de la Provincia y de su jurisdicción a través de las direcciones generales de supervisión. Cada colegio debe seguir el “Plan Jurisdiccional de la Provincia de Buenos Aires para un regreso seguro a las clases presenciales” y a partir de ahí armar su propuesta como colegio.

“Un ejemplo de ello era cómo diagramar el regreso. Sin jornada completa (tres horas y media como máximo) y sin comedores, optamos por un plan en el que todos los alumnos pudieran venir todos los días”, explica Grimozzi. 

Luego de un año tan atípico era necesario volver y cada colegio estableció nuevas pautas y rutinas para lograr la mayor presencialidad posible. Todos los directores enfatizan el detalle riguroso con que se vienen cumpliendo los protocolos y la gran innovación que debieron aplicar para seguir con el aprendizaje en este nuevo contexto.

Mismos lineamientos, distintos recursos

“Volvimos a clases en tiempo y forma. Fue complejo abastecernos de los elementos de higiene y limpieza, imprescindibles, pero lo logramos y estamos muy agradecidos. Somos conscientes de que muchas escuelas públicas no han podido volver por problemas de infraestructura”, comienza Roxana Salazar Directora de secundaria del Colegio Domingo Savio de La Cava. Cuenta que su escuela no tenía experiencia en trabajar con plataformas virtuales y tuvieron que complementarlo a la fuerza y evaluar hasta dónde podían hacer.

En cuanto a la organización pedagógica, se ha hecho una gran inversión en conectividad en todo el colegio, lo que amplió enormemente las posibilidades y aseguró la educación tanto virtual como presencial. Pero el gran impacto que vieron en sus alumnos, siempre activos, protagonistas, discutidores fue el cambio de actitud. “Vimos que están muy aletargados, que les cuesta participar. El objetivo ahora es redespertar nuevamente esas ganas de aprender y de participar” nos comenta.

La otra gran preocupación es el seguimiento de los chicos que quedan aislados por algún caso. “Acá el acompañamiento pedagógico es muy personalizado para que la pérdida no sea tan grande”, subraya.

“Estamos felices de haber vuelto, ahora el desafío está en querer hacer de la escuela una mejor escuela aún en este contexto. Y eso se logra siendo comprensivo, empático tanto con los alumnos como con el personal docente que está trabajando a un nivel extremo”, concluye.

Para ellos, la vuelta presentó un desafío por la falta de recursos. Salazar dice que en la urgencia salieron airosos, pero el “todo para ayer” provocó inseguridades y estrés al preguntarse si se estaba haciendo lo correcto y si era lo mejor que se podría haber hecho.

“Hay que tener en cuenta que no es el mismo alumno el que teníamos en marzo 2020 que el que tenemos hoy”, dice Diego Acosta, Director del San Pedro Claver, colegio parroquial ubicado en Ricardo Rojas. “Los chicos que vienen al colegio atraviesan una cuestión socioeconómica de mucha vulnerabilidad en algunos casos. No sólo el contenido pedagógico es lo importante, sino el poder acompañarlos, empatizar”.

Presencialidad necesaria

La virtualidad fue muy compleja para todos, pero fueron los más chicos los que requirieron de más atención, empezando por un adulto que los sume a cada zoom. Horarios laborales que coincidían con horarios de clases, falta de dispositivos, problemas de conexión y hasta de concentración. Volver era imprescindible para muchos.

Los directivos concuerdan en que un sistema exclusivamente online no es lo más adecuado; sin embargo, el sistema híbrido es una opción interesante. “La escuela es un lugar clave para compartir, para aprender en comunidad, para socializar y tener un vínculo más cercano. Estoy convencida de que todos ganan con este regreso. El sistema online seguirá con sus ventajas que debemos aprovechar”, comenta Pili Carli. “En lo tecnológico, tanto alumnas como docentes, hemos crecido enormemente y la gran mayoría de estos aprendizajes continuarán aplicándose aún si se vuelve a la presencialidad completa”, nos cuenta Rosario Salerno. 

Alberto Olivero agrega que, si bien los chicos se adaptaron muy bien a la virtualidad gracias al trabajo tecnológico que ya se venía haciendo, “lo presencial es imprescindible para una educación integral”. 

El upgrade de los colegios

Todos los colegios han crecido de una forma exponencial en el último año. Nadie estaba preparado para los cambios del año 2020 y 2021, y debieron hacerlo de “una manera ágil y eficiente”, según Sergio Grimozzi. Los directivos coinciden en que el trabajo en equipo fue lo que los ayudó a adaptarse a la situación. Pili Carli destaca que es una oportunidad para replantearse y profundizar caminos: “Estamos viviendo un tiempo de transformación en todo el ámbito educativo, no sólo en materia de innovación. Habrá que aprovecharlo”. 

Sergio Grimozzi afirma que el sistema dual debe capitalizarse y permanecer porque enriquece las estrategias didácticas. “Este es un período de transición en el que debemos tener mucha paciencia, y a la vez estar agradecidos, como comunidad educativa, de poder estar nuevamente encontrándonos en las aulas con nuestros alumnos”, concluye.

 

“Estoy absolutamente convencida de que esta vuelta a la presencialidad ha sido positiva”, expresa Pili Carli. Rosario Salerno resalta que el día a día presentará desafíos sobre la marcha pero que, sin dudas, se resolverán gracias a un trabajo en equipo entre los docentes y las familias, como lo han venido haciendo en estos últimos meses. 

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