Columna: Maritchu Seitún

La rutina de trabajar en paz mientras los hijos están de vacaciones se cae al suelo cuando comienzan las vacaciones. ¿Qué hacer con los nuevos horarios? ¿Cómo estar atenta a sus programas y no dormirnos con los controles? Maritchu Seitún nos da consejos y soluciones para no descuidar ni al trabajo ni a los hijos. ¡Atención!

La vuelta a casa de las vacaciones es un tema complejo. Los chicos siguen de farra pero papá y mamá vuelven a trabajar, a levantarse temprano, a correr, a tener poco tiempo disponible y menos paciencia. Todos quieren acostarse tarde e invitar amigos. Incluso tienen tiempo para meterse en Internet y ver cosas inadecuadas o jugar en red con personas que a veces ni conocen.

Los más grandes ya pueden quedarse solos (con las inquietudes que esto genera si tienen que estudiar, o si se la pasan en la computadora todo el día, o si invitan amigos o novios/as sin supervisión adulta).

Los más chicos quedan a menudo al cuidado de una empleada que no está acostumbrada a lidiar todo el día con ellos, ni fue contratada para eso. Si a nosotros nos cuesta que nos hagan caso, ¡cuánto más será con esa persona! La obediencia tiene que ver con el amor y la confianza que les tienen a sus padres. Si se quedan con la abuela es diferente, pero también cuesta porque pasa de ser abuela consentidora a madre sustituta que pone límites.

Es muy importante hacer nuevos convenios: horarios, programas, estudio. Sería maravilloso que tuviéramos la flexibilidad para dejarlos llenar la casa de amigos hasta cualquier hora, pero si somos realistas, ellos van a prometer el oro y el moro con tal de tener nuestro sí, pero no cumplirán sus promesas. No porque sean malos ni deshonestos, sino porque son chicos. Y nuestros pobres cuerpos que madrugan no lo van a resistir.

El que tiene que estudiar necesita un ambiente tranquilo. Depende mucho de la madurez y la responsabilidad de ese hijo, pero un buen convenio podría ser llevarlo a nuestro trabajo de modo que no tenga distracciones y al volver ya pueda descansar del estudio hasta el otro día.

Dentro de las reglas inamovibles, el adulto a cargo tiene que saber en qué casa están los chicos y bajo la supervisión de qué adulto. Y si alguno no puede cumplir con esta regla, pierde el derecho de salir por un día o dos.

En temas de no tan alto riesgo como el uso de la tablet, de la tele o de internet en adolescentes, el adulto a cargo tendrá que fiscalizar que las pautas de papá y mamá se cumplan.

Del mismo modo, tenemos que pensar y decidir muchas otras cuestiones de seguridad: si pueden, y a qué edad pueden ir solos a la pileta, o prender el horno de gas o una hornalla; andar por la calle, invitar amigos cuando los padres no están, etc. Los padres tienen que poder irse tranquilos a trabajar y para lograrlo debemos confiar en nuestro criterio, y si hay que prohibir, se prohibirá.

En la duda entre ambos padres, cuando uno es más relajado que el otro, prevalece el no, porque, al margen de lo que pudiera ocurrirle al hijo, tendría un costo altísimo en la pareja si pasara algo cuando uno de los dos no quería conceder determinado permiso.

Un último tema: tratemos de alternarnos (los padres) para salir de casa un par de días un rato más tarde y volver un rato más temprano. Así el día no se les hace tan largo a los chicos. Por ejemplo el lunes mamá sale de casa a las diez y papá vuelve a las cinco, y al día siguientes es papá el que se queda un rato a la mañana y mamá vuelve más temprano. En el caso de padres separados es ideal que trabajen hasta tarde los días que los chicos están con el otro progenitor, para poder llegar más temprano los días que están ellos.

Y un día las vacaciones se terminan, todo vuelve a la normalidad, y muy pronto empezamos a desear que lleguen de nuevo, ¡así es la vida!

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