Por María Ducós

Florencia abrazó el arte y el emprendedurismo desde que era una adolescente. Siempre le gustó pintar, pero empaparse de distintas formas de expresión, llevó su creatividad a otro nivel. Hoy desde su cuenta @florelj_art retrata la naturaleza desde su propia óptica.

Artista se nace y, sobre todo, se hace. Florencia El Jaouhari se recuerda inmersa en el mundo del arte desde que era adolescente. Tenía 17 o 18 años y había empezado a confeccionar algunas piezas de bijouterie, junto a algunos cuadros. El objetivo, además de incursionar en los caminos artísticos, era tener ese presupuesto extra para darse algunos gustos de la edad. Desde entonces, supo que emprender era parte de su camino, sólo había que buscar aquello que te apasione, y en el arte lo encontró.

Naturaleza con su huella

“Pinto todo lo que veo y le pongo mi impronta”, nos cuenta esta artista que siempre busca técnicas y materiales nuevos para incorporar a su obra. Al principio, empezó con lienzo, pero luego vio que le quedaba chico para abarcar toda su expresión y ahora disfruta mucho haciendo murales. Además, se propone aprender otras disciplinas como la cerámica para captar nuevas formas de plasmar la esencia de las cosas. 

También, a la hora de crear, no da lo mismo si la obra será para un living, un cuarto o una cocina. Pensar en el lugar donde va a estar exhibido el cuadro es una de las bases que Flor nunca deja al azar, sino que lo convierte en motor de inspiración.

“Con un estilo moderno, me gusta reflejar el movimiento y la esencia de los colores”. Cuenta que lo paradójico fue que su primera pieza fue una obra de naturaleza muerta, un conjunto de frutas; hoy en @florelj_art intenta plasmar naturaleza viva que vista distintos ambientes.

Nutrir la creatividad

Como la inspiración es arbitraria y hace su aparición cuando menos la esperamos, es clave estar preparados. En general, es temprano a la mañana cuando empieza su proceso creativo, con un café en la mano, o tarde a la noche. También, al enseñar y ayudar a otros artistas, la creatividad queda bien nutrida para nuevos proyectos. 

“Sin lugar tengo que agradecer a mis papás, que siempre me apoyaron en todo y me permitieron crecer como artista y dedicarme exclusivamente al arte”. Muchas veces son los padres los que temen que el futuro de sus hijos esté ligado al arte, en este caso, Flor contaba con la ventaja de haber tenido un abuelo artista. También el apoyo de su marido fue importantísimo a la hora de lanzarse como artista a tiempo completo.

Las redes sociales y el boca en boca fueron centrales a la hora de vender sus creaciones. Además, algunas galerías referidas también colaboran en este oficio. Su gran alegría es que, en poco tiempo, estará abriendo su propio showroom junto con colegas y también allí dictará sus talleres. En el largo plazo, una escuela de arte figura como un sueño a cumplir.